A cada momento, rechazo el lazo que adhiere los segundos,
inspiro y deseo exhalar la rotundidad de las horas.
Es tan sólo la tragedia de un ave enclaustrada.
Parca, siéntate y susúrrame al oído
la melodía que proviene del abismo,
de la laguna estigia.
Aquella perdida entre interferencias de tacones lejanos.
Cállate y no digas más gilipolleces.
Devórame y calla.
Cállate y déjate mecer, postrado y carcomido.
Las pasiones griegas nunca se transformarán en la panacea del porno.
Se acercó silbando entre matojos, empuñando su filosofía barata y sus ojos perfilados.
Píldoras contra la desdicha,
automoción sentimental.
Lacra azul,
ceniza maquillada.
Trae acá un paño húmedo y cercena la tinta que amenaza con gangrenar mi corazón.
En ocasiones berreo por dentro y necesito inmolar mi subsconsciente con una goma de borrar.
Elogios para todos aquellos que añoran los finales felices.
Elogios sinceros para los que logran imaginar.
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