La música, palabras inmoladas en el vacío de la distancia,
cadencias, ondas sonoras, azúcar o sal.
Tus palabras jamás caerán en el absurdo, es sencillo dejarse llevar por su influjo, cálido, maternal.
Es sencillo dejarse oradar por ellas,
perdido en medio de tan simbólica psicofonía.
Es sencillo remitirse a expirar su tormento.
Sería sencillo si fuera real.
Ya no sé ni lo que digo.
Ya no sé ni por qué me limito a especiar la música con palabras que nadie escucha.
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La música eres tú, y el nadie que te escucha soy yo
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